“Aprovecho para pedir a las empresas que ayuden a los deportes y deportistas minoritarios, y sobre todo a los discapacitados. Ser deportista discapacitado es muy difícil"
Hace casi dos décadas, concretamente en mayo de 1997, cuando sólo tenía 22 años, Daniel Molina Martínez (Madrid, 1974) perdió su pierna derecha en un accidente de moto. Su pasión por el deporte le sirvió para comenzar una nueva vida y en el triatlón encontró un estímulo que le ha llevado a superarse a diario desde entonces. Ha sido semifinalista en 100 metros espalda en los Juegos Paralímpicos de Atenas en 2004. Además, en su haber acumula logros tales como el Campeonato de España en 100 metros espalda en varias ocasiones, primero en 100 metros espalda en el Open Internacional de Alemania en 2003. Es también doble subcampeón del mundo de triatlón en Auckland 2012 y Londres 2013 y campeón del mundo de Acuatlón en 2013. Su tesón le ha convertido en ganador del Premio El Suplemento 2015 en la categoría de Superación Personal.
Daniel Molina destacó que todos los presentes son ejemplo de superación personal, y la importante ayuda que ha recibido de su familia y preparadores, "Aprovecho –señaló– para pedir a las empresas que ayuden a los deportes y deportistas minoritarios, y sobre todo a los discapacitados. Ser deportista discapacitado es muy difícil". Concluyó proclamando que su objetivo es ser campeón del mundo. El triatleta profesional vive en Guadalajara; también es un experto en esquí alpino y practica windsurf y esquí acuático. El deporte se ha convertido en su razón de ser. Suele comentar que siempre dice lo mismo "a la gente que tiene el mismo problema: “Es lo que hay y así será toda la vida; y cuanto antes lo asumas, antes empezarás una vida normal y podrás ser feliz”". "Cuando tuve el grave percance, lo encajé bastante rápido. En realidad, tuve mucha suerte porque podía haber muerto y te agarras a eso".
Daniel Molina nada una media de algo más de hora y media durante seis días a la semana y dedica otros seis o siete a la bicicleta (de dos a tres horas por jornada) y entre tres y cuatro a la carrera, sin olvidar el gimnasio para mantenerse en forma. Subraya que "unas Olimpiadas sí que tienen repercusión, es realmente el único sitio donde puedes demostrar al mundo que una discapacidad no te impide ser un gran deportista; el resto de competiciones donde participamos, como un europeo, ni siquiera tiene espacio en los medios de comunicación, no interesa y no hay público en las gradas, salvo tu familia y amigos, pero no lo que he visto yo que es capaz de congregar unos Juegos".