La bodega tiene como objetivo la implantación de las técnicas más modernas de cultivo con respeto al medio ambiente y ello, sin perder los valores de la tradición en su producción de 40.000 litros que se nutre de una superficie de 20 hectáreas
Las raíces del cortijo La Capuchina como explotación agrícola se encuentran en los vestigios del periodo romano y su ubicación en los terrenos de la finca (villa romana de La Capuchina). Posteriormente, su pertenencia a la Orden de los monjes Capuchinos le dio el nombre que aún conserva en la actualidad. La familia García Segura es propietaria del cortijo desde los años 80 y ha tenido como objetivo la implantación de las técnicas más modernas de cultivo, con respeto al medio ambiente y sin perder los valores de la tradición.
Está situada en el norte de la provincia de Málaga, donde los cultivos de olivar y vid inundan el paisaje y abrazan los reductos de vegetación mediterránea. La edificación al estilo de las grandes haciendas andaluzas ha sido restaurada casi en su totalidad respetando el estilo por sus actuales propietarios, el arquitecto Antonio García Garrido y sus tres hijos.
La bodega se encuentra dimensionada para una producción de 40.000 litros que se nutre de una superficie de 20 hectáreas. Actualmente se elaboran 25.000 litros de vino tintos y blanco (Capuchina Vieja tinto, Capuchina Vieja Petit verdot tinto, Capuchina Vieja Moscatel Seco y Capuchina Vieja Doradilla,) bajo la Denominación de Origen Sierras de Málaga y dulces (Capuchina Vieja Sol y Capuchina Vieja PX) bajo la Denominación de Origen Málaga, explica Susana García, quien lleva la dirección técnica.
Los vinos Capuchina Vieja son el resultado de la aclimatación de variedades como Moscatel de Alejandría, Cabernet Franc y Syrah a entornos mediterráneos donde la luz, la temperatura estival y los suelos francos se perciben en el color, aroma y paladar del vino.
El pasado mes de mayo, el vino malagueño Capuchina Vieja Petit Verdot, ha conseguido alzarse con el bronce mundial en la categoría de tintos con más de 12 meses en barrica en el International Wine Challenge, considerado el segundo concurso más importante a nivel mundial de vinos.
“Para la elaboración de nuestros vinos -explica Susana García- se realiza una rigurosa selección del racimo, con un primer aclareo al inicio del envero y sobre todo luego en la vendimia, donde se recogen solo los que se encuentran en su momento óptimo de madurez. Cuidadas elaboraciones, una estancia en barrica de roble francés de doce meses y un reposo en botella de al menos un año completan el proceso.