Sus campañas fueron esenciales para que se creara la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, se aprobara el Estatuto de la Corte Penal Internacional o se aprobara en el Congreso español la Ley de Comercio de Armas

El 28 de mayo de 1961, el abogado británico Peter Benson publicaba en el diario The Observer el articulo “Los presos olvidados”, inspirado en el caso de unos estudiantes portugueses  condenados a siete años de cárcel por el único delito de brindar por la democracia. Este fue el germen de Amnistía Internacional, una organización que nacía con el objetivo de poner fin a los abusos contra los derechos civiles, políticos, sociales culturales y económicos y pedir justicia para aquellos cuyos derechos habían sido violados.

Lo que empezó como una campaña puntual pronto se convirtió en un movimiento internacional permanente dedicado a la defensa de los Derechos Humanos, y que sirvió de referencia a otras organizaciones posteriores. En 1978 se fundaba, bajo la presidencia de Manuel Casanoves, la sección española de Amnistía Internacional, aunque esta llevaba años analizando la situación de las cárceles nacionales.

A los largo de sus más de 50 años de actividad ha logrado importantes victorias. Sus campañas fueron esenciales para que se creara la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, se aprobara el Estatuto de la Corte Penal Internacional o se aprobara en el Congreso español la Ley de Comercio de Armas. Su labor ha sido reconocida con, entre otros galardones, el Premio Nobel de la Paz en 1977 y el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas un año después.

Todos estos triunfos serían imposibles sin la colaboración de los más de tres millones de miembros y simpatizantes que la organización tiene a los largo del globo, de los cuales más de 60.000 son españoles. Todos ellos también son ganadores de este premio. Enrique Otero destacó la importancia de la financiación a través de particulares.

VISITE SU WEB